He estado fuera un tiempo, seguro que lo habéis notado.
Tampoco he estado muy lejos, me habéis encontrado tras mi teléfono de siempre cuando lo habéis necesitado y desde Instagram habéis podido ir siguiendo parte de mi ruta o trayectoria.
No creo que hagan falta muchas explicaciones, pero como el tiempo ha sido largo (entre unas cosas y otras casi 5 años) podemos decir que he estado haciendo una carrera.
Si antes era bruja, ahora tengo un doctorado 👸🏻
¿Me habéis echado de menos?
Antes de retomar nuestro clásico encuentro semanal vertebrado por “qué nos deparan los astros” quiero explicar por qué el blog ya no es gratis.
No tengo por qué explicarlo porque yo puedo hacer con mi web lo que me de la gana, pero sí quiero hacerlo, especialmente por todos esos mensajes de “te sigo desde los horóscopos” que he estado recibiendo durante estos años y todavía hoy sigo recibiendo:
La web no es gratis porque para mí no lo era ni lo es: tiene unos gastos chulos de creación y mantenimiento asociados y las horas que estoy aquí sentada dándole a la tecla, así como el tiempo que me ha costado saber para poder darle a la tecla, también tienen un valor.
Además, algo que me quemó muchísimo en mi etapa anterior fue que yo estuviese aquí horas y horas tecleando para compartir y algunos aprovechados jugaran al copiar y pegar para meter contenido jugoso en su web.
Tampoco fue muy agradable que unas cuantas empresas utilizaran mi web, mi contenido, mi trabajo, mi reputación, mi imagen y mi nombre para suplantar mi identidad y así facturar, culminando esto con varias sentencias en la Audiencia Provincial de Madrid que dictaminaron que, por ej., si Noelia Martínez de Alicante (no fue la única pero sí la más jeta porque ni con querellas quitó mi foto, nombre y apellido de sus webs), de profesión limpiadora, que sabe escribir y leer según declaró en el momento de su detención -el rayote del ojo, por su foto de WhatsApp también sabe hacérselo, doy fe-, utilizaba mi foto, mi nombre y mi trabajo en su página web para engañar a los usuarios y así facturar, era lícito porque aparecía en Google y era público.
Yo creo que la abogada cobraba bien pero de derecho o escribir demandas sabía poquito. Lo creo porque lo dice la propia sentencia, que las demandas están mal planteadas -un saludo desde aquí, preciosa-, pero la conclusión fue que el sistema protege o se va a esmerar más en proteger mi contenido, mi “identidad” (mi imagen y nombre y apellidos) y mi trabajo (mis conocimientos y mi tiempo) cuando este es de pago.
Así que cuando pensé en retomar la web, que en principio era sólo para mis (im)pacientes, pensé en ello y decidí acogerme a la enmienda Shakira: llorar no, facturar sí.
Y ahora sí ¡¡Volvemos!!