Hay formas y formas de convivir con problemas y heridas.
La mochila de los problemas y los saquitos de los trabajos te ayudarán a que ellos, problemas y trabajos pendientes, no te arrastren al pasado o al futuro… y no detengan tu presencia en el presente.
Si haces un listado con todo lo que es importante o prioritario en tu vida, algo en lo que te puede ayudar el ejercicio de focalización que os expliqué, verás que hay varias prioridades y, en realidad, pocos problemas.
Si el número o cantidad de problemas que tienes iguala o supera tus prioridades, estás tratando de manejar más problemas de los que te corresponden en este momento.
Los problemas son aquello que te invita a bajarte del coche para repararlo o, directamente, a ponerlo en marcha, no los que te obligan a atascarte dentro del coche y quedarte en la parálisis o en la sensación de vencimiento y agotamiento.
Si eso te sucede, haz una mochila imaginaria. Si te cuesta imaginar o tienes un exceso de imaginación, hazte con una mochila para convertirla en la mochila de los problemas.
Haz una lista de los problemas que tienes. De todos. Si usas pizarra para hacerlo, mejor. Evita descripciones, justificaciones y todo eso que soléis incorporar a las 3 o 4 palabras que describen el problema real.
Subraya o señala de esa lista los problemas que tú sabes que puedes resolver ahora, en este momento.
El número de problemas que puedes atender no puede superar el 20% de tus prioridades.
Es decir, si hay 10 cosas importantes para ti, puedes atender a dos problemas. Si hay 5 aspectos aspectos prioritarios en tu momento actual, puedes atender a un problema.
Si vas a hacerlo con la mochila física
Pasa un día en el campo, la playa, el río… o baja a la calle y busca piedras.
Asigna un problema a cada piedra y quédate con la piedra o piedras que representen a los problemas que sí puedes atender.
De la misma forma que no necesitas cargar con esa mochila a todas partes, no necesitas cargar con todos los problemas en todo momento, eso te lo recordará la piedra o piedras de los problemas que sí tienes que atender en este momento.
Las piedras que representan a los problemas que sí puedes atender serán tus nuevos tamagochis. Bolso, bolsillo… tu sombra, allá donde vayas, irá contigo.
No como un recordatorio de todo lo que tienes “pendiente” por resolver, sino para que recuerdes que eso es lo único que ahora mismo puede suponerte un problema.
Lo hagas con mochila imaginaria o física, el ejercicio es simple: vive y dedica una parte de tu existencia a la comprensión o resolución del problema del que sí tienes que ocuparte.
Cuando lo resuelvas, busca en tu mochila el siguiente problema que esté listo para resolverse. Y así.
Ahora bien, ¿qué pasa con las soluciones o trabajos pendientes?
¿Y si un problema tiene solución pero, no aplicas la solución porque tienes muchas soluciones que aplicar?
Eso no son problemas pendientes, son trabajos, reflexiones, terapias, lo que sea pendientes.
Esos van al saquito. El saquito tejido con más amor del mundo, comprado en los chinos, mercadillo o robados de mamá será tu gran aliado. Es el secretario mágico perfecto.
Haz un papelito con cada una de las cosas que sabes que tienes que trabajar, revisar o lo que corresponda.
Esto lo usan varias de mis pacientes, ellas introducen lo que ven que tienen pendiente de trabajar “por qué no me salen bien las relaciones”, “el mal genio”, “miedo al agua”, “el trauma de niña”, etc…
Cuando estés “bien” o en disposición de trabajar, saca un papelito de la bolsa.
Lo ideal es que establezcas un tiempo “cada medio año trabajaré una cosa”, por ej.
Salen siempre en el orden adecuado.
Lo mejor del saquito es que puedes eliminar la sensación de “tengo mucho por hacer” sabiendo que estás haciendo en ese orden perfecto.
Lo difícil es que no estamos acostumbrados a trabajar algo hasta que lo convertimos en un problema. Para eso establecer tiempos predeterminados de trabajo os será de ayuda.
¡Espero que la mochila y el saquito os ayuden!
