Karma, aprendizaje y aceptación

El karma existe únicamente en niveles de consciencia muy bajos.

Sí, como lo lees. Aunque la gente que habla del karma, el dharma, la compensación, la justicia y blablablabla suele parecer que son una especie de aventajados espirituales por su conocimiento, miao cuando empiezan con ello. 

Creer en el karma es creer que el error y el acierto tienen precio. Tufo religioso, donde imperan los premios y los castigos.

Podría hablaros de ello desde la perspectiva simbólica. Cómo el equilibrio representado por la fuerza en la posición central del mazo ha sido intercambiado por la justicia sin ningún pudor.

Pero hace unos días os mostré un ejemplo de cómo se experimenta esto en relación a las vidas pasadas y quiero compartirlo aquí para dar respuesta a algunas de las preguntas o comentarios que han surgido a razón de esto.

Siguiendo la ley del karma -todo se devuelve en una repetición infinita- y la literatura novelesca que se comparte sobre regresiones, si en una vida te has equivocado o has actuado “mal”, en la siguiente tienes que resarcirte o aprender desde la oposición o, por lo menos, una posición distinta.

Así, cuando las cosas salen torcidas, no es raro escuchar el manido “qué habré hecho yo para merecer…” (karma) y, de la misma forma, cuando a alguien le sale algo bien “se lo merece porque…” (dharma, que es la versión chachi del karma).

Sin embargo, no es esto lo que yo he visto en la historia o recorrido de mis pacientes. Y no creo que se hayan puesto de acuerdo y confabulado un montón de personas esparcidas por el globo para mostrar una dinámica totalmente distinta.

La cosa es así: todo se repite, las circunstancias se diseñan por resonancia y concordancia con lo que hay inscrito en la memoria y, en caso de ser rechazado -por falta de comprensión o lo que sea-, se agrava.

Nuestro sentir sobre nosotros mismos no varía en función del cuerpo que utilizamos.

Si vives pensando que eres incapaz y un inútil, renacerás sintiéndote incapaz y un inútil. Exactamente igual, pero un poquito más intenso y sin explicación razonable.

Es más fácil achacar tu sensación de incapacidad a un bajo rendimiento según los estándares que exige una sociedad consumista y productora como la nuestra a cuestionarte qué te ha pasado en tu recorrido encarnatorio para que esa sensación esté tan viva.

Quizás, siguiendo el ejemplo que expuso una paciente, en vida pasada fuiste muda. Y luego en otra vida pasada tuviste otra incapacidad. Y estabas rodeada de personas que te dejaban claro la carga que les suponías.

En esta experiencia de vida, pudiendo hablar y no teniendo ninguna incapacidad, puedes sentirte igual de incapaz, una carga o una inútil.

Siguiendo la ley del karma que busca siempre una compensación, en esta vida debería haber sido alguien con un don comunicativo brutal. Que no digo que no lo tenga, pero debería haberlo experimentado de forma innata para compensar o aprender como sugiere esta ley.

La cuestión es que a razón de exponer esto han surgido varias cuestiones que quiero compartir:

Problemas sentimentales vs problemas sexuales

Ya os conté cuál es el origen de la incapacidad para encontrar pareja o comprometerse.

Aunque lo estáis mezclando mucho con vuestras frustraciones sexuales, no es lo mismo ni tiene el mismo origen.

No disfrutar del sexo está originado, habitualmente, por haber padecido abusos o violaciones en vida pasada.

Sí, no necesitas que te haya ocurrido en esta vida para que te afecte y te sientas así.

Tal vez no te sientas abusada o violada, pero te da asco el sexo, no lo disfrutas plenamente o hay algo que te impide dejarte llevar en el acto.

Resolverlo, no os engañaré, no es agradable. Las peores cosas que te pueden haber sucedido en tu historial encarnatorio son morir asfixiado o haber sido violado (a los hombres también les pasa). No son experiencias sencillas, pero es realmente liberador llegar al punto de “eso es lo que me pasó y no va a estar afectándome 205712507 años o 35270 cuerpos”.

 

Sobre aprender y aceptar

Después de la moda de “estamos aquí para aprender” ha llegado el “estamos aquí para aceptar”.

Dicen que la libre interpretación es el origen de todo problema y lo cierto es que no parece que nos esforcemos por desmentirlo.

Una cosa es que de casi todo puedas aprender, no todo es aconsejable aprenderlo, y otra muy distinta que lo conviertas todo en un aprendizaje.

Si lo conviertes todo en un aprendizaje, te pones a prueba constantemente y conviertes tu vida en un examen lleno de pruebas.

Si crees que no sabes, tu inconsciente va a hacer que tus decisiones se inclinen por aquellas que fomenten tu aprendizaje. Esto lo mezclamos con “aprendemos a palos” y da como resultado una complejidad vital totalmente innecesaria. Y autocreada.

Entre “no lo sé todo” y “no sé nada” hay varias posibilidades.

La humildad no consiste en arrastrarse por el suelo moral o conceptualmente sino en aceptarte tal y como eres. Nadie necesita que te compliques la vida más que tú, si tienes esa creencia.

Tampoco te da puntos de “bondad” ni te garantiza que “no te pasen cosas” porque parezca que tienes una postura “buena”. Beneficios 0.

La cuestión es que ahora llega el “todo hay que aceptarlo”. Quizás sea por eso que en España nos están shodiendo vivos 100, 200 personas y nadie dice nada.

Una cosa es aceptar las cosas como son y otra cosa es ser incapaz de resolverlas o rebelarse.

Qué mal vista está la rebelión y, sin embargo, no habría evolución sin ella.

Si ves a un señor abusando de una niña de 3 años en el portal de tu casa, ¿lo vas a aceptar y te vas a quedar mirando?

Cierto es que necesitarás aceptar que eso es lo que sucede y no abstraerte en tu imaginación con el “me gustaría, no me gustaría, ojalá, podría…” para poder intervenir pero, tal y como lo enfocáis vosotras, aceptar es quedarse mirando.

A ver si estáis confundiendo aceptación con resignación.

Y esto me lleva al hilo de lo último que os quería compartir…

 

 

He hecho terapia...

“Hice 10 sesiones de TR (con otra terapeuta) y no entendí nada” o “he hecho terapia y he acabado aceptando x problema o disfunción”.

En primer lugar, yo necesité 6 sesiones para entrar en estado regresivo. Y venía de + de 50 sesiones chamánicas. Mi proceso seguramente sea el más lento que he conocido, no digo que todo el mundo necesite hacer el mismo trabajo que yo, pero mi tratamiento, hasta completarse, en estado regresivo superó las 70 sesiones.

Resolví muchos “otros temas” hasta resolver mi espinita, mi herida más heavy y más viva.

Lo hice por tandas a lo largo de varios años, hay que ir digiriendo. Y estoy super contenta. No hay rastro de las emociones, sentir, conflictos, bloqueos, etc 

Esas sesiones, aunque estuviesen separadas por tandas, están relacionadas. Mis vidas tienen una relación entre sí. 

De hecho, en mi primera regre (la sexta) lo único que conseguí ver fue una mesa enorme. 

Ni para adelante ni para atrás, ni fuera, ni dentro… y mi última regresión empezó en esa mesa donde me hicieron filetes. 🦌

Pero yo sí fui hilando en cada tanda. Mi cuestión a trabajar, excepto la primera vez, siempre era la misma: mi relación con mi madre. Pero en una tanda entendí el miedo, en otra entendí el enfado, en otra entendí… así hasta que tuve entendimiento suficiente para comprender las experiencias vinculadas con mamá.

 No se presenta nunca información que uno no puede asumir. Así, que tú acudas a consulta para entender qué te ha pasado con tu ex, por ejemplo, no implica que vayas directamente a la experiencia que explique qué te ha pasado con tu ex.

Quizás tengas problemas con los hombres en general pero tú no eres consciente de ello y empiezas a elaborar con el respeto, el permiso, la convivencia… y lo que está torcido en ti generando esas experiencias o generando incomprensión porque no estás preparada para entender o asumir qué ha pasado realmente con tu ex.

Esta es una cuestión a tener en cuenta, pero no puede interpretarse así cuando el resultado es “no he entendido nada” o “he llegado a la aceptación de este problema”.

Eso, queridos, es pura línea inductiva. Abrir memorias sin ton ni son. Jugar a ser Brian Weiss y buscar maestros, jueces y milagros en todas partes.

En ocasiones puede suceder que una sesión deba hacerse en dos sesiones. A veces la historia tiene tanta carga emocional o tantas afectaciones que se necesita más tiempo del que aguantamos “viendo la película”. Me ha sucedido en 2 o 3 ocasiones, tampoco es algo frecuente.

En cada sesión es necesario el proceso de elaboración o reparación correspondiente.

Saber qué te ha sucedido no resuelve más que tu curiosidad. No va a cambiar nada.

Que tengas problemas y leas, recuerdes o sepas que es por esto o por lo otro, queridos, no hace desaparecer el problema.

Quedarse en la falta de entendimiento de la experiencia supone no haber limpiado o reprogramado absolutamente nada. Eso y no hacer nada es en la práctica lo mismo. O peor porque crees que haces y desatiendes el problema dándolo por resuelto.

Llegar a “me pasa esto por esto otro y lo acepto” es también lo mismo.

Si no está resuelto es que no has hecho lo que tienes que hacer.

Es así de simple. Si no hay pan (sanación, cambio, liberación) es que sigue haciendo falta horno.

No estamos aquí para aceptar las cosas que no podemos cambiar, sino para cambiar las cosas que no podemos aceptar

La cuestión es: ¿qué aceptas? 

¡Feliz día!