La enfermedad no es un castigo del cuerpo o la vida. La enfermedad es, precisamente, el intento del cuerpo por restablecerte en la vida.
Aunque hemos aprendido a normalizar la enfermedad y los trastornos físicos o mentales, lo cierto es que, desde la perspectiva espiritual, la enfermedad es lo más similar a un estado de excepción o de alarma que puede haber para el cuerpo.
Para quien aborda el trastorno o enfermedad desde la perspectiva espiritual, el desequilibrio físico o mental es una representación fidedigna de un desequilibrio emocional o existencial, que puede tener la causa en nosotros mismos y nuestra experiencia de vida o en la de quienes nos precedieron.
Hay múltiples terapias transpersonales que explican las causas de las enfermedades y su relación con las emociones conflictivas o creencias inadaptativas.
También hay muchos médicos, psiquiatras, bioquímicos, etc. que han contemplado y señalado esta relación a lo largo de la historia.
George Miller Beard, Silas Weir Mitchell o William Oslen hablaban de ello y conseguían relacionarlo antes de que empezara la primera guerra mundial.
Así, podríamos ir nombrando a varios doctores hasta llegar a los más conocidos hoy en día, las ovejas negras de la medicina o la rama fiel a la burocracia y al sistema oficial donde la ciencia no es cuestionar sino señalar al que propone, encuentra o asevera algo que se salga de lo establecido por los cienciólogos.
Quizás la oveja negra más conocida o “actual” de ese rebaño sea el dr. Ryke Geerd Hamer.
Hamer era doctor de medicina y física, con especialidad en pediatría, psiquiatría, medicina interna y radiología.
Fue el jefe de medicina del hospital oncológico de Münich.
No tiene pinta su currículum de pertenecer al de un hombre estúpido o corto de entendederas, ¿no?
La cuestión es que tanto Hamer como su mujer, también doctora, desarrollaron cánceres. Él de testículos y ella de ovarios.
Hamer, un tío de ciencia, se dio cuenta de que no podía ser casualidad que ambos desarrollaran similares trastornos después de la traumática muerte de su hijo.
Hamer se hizo preguntas, indagó, investigó y creó un testamento en el que se plasman sus conjeturas y las relaciones entre conflictos emocionales y biológicos.
Fueron varios los miembros de la comunidad científica quienes siguieron a Hamer pese a que fue inhabilitado, encarcelado y no lo metieron en la hoguera después de apedrearle públicamente de milagro.
La cuestión, volvamos a la enfermedad, es que debes estar preguntándote si te hablo de este hombre y sus teorías porque creo que tiene razón.
La respuesta es “no”. No creo que tenga razón.
Si veis la entrevista que ofreció en rtve veréis que aparece una periodista que explica que ha tenido cáncer de mama y que lo “ha superado” o lo está tratando. La mujer parece optimista, bien… murió poco después de esa entrevista.
Y como ella, parece que más pacientes de Hamer o de quienes siguieron la doctrina (el testamento) de Hamer.
Pero si algo he aprendido es que no se puede descartar el todo por la parte. Está claro que algo en la teoría del testamento del dr Hamer no está bien. No es correcto.
Probablemente, si Hamer hubiese tenido apoyo de la comunidad científica y el debate se hubiese centrado en su teoría y no en tratar de desacreditarlo a toda costa para evitar la “fuga de hombres de ciencia”, alguien hubiese podido darse cuenta de que, tal vez, Hamer sabía diagnosticar y no tratar.
O tal vez no todas las relaciones entre fases y tipos de enfermedades están bien realizadas.
Lo que quiero decir es que no creo que Hamer hiciera un pleno (tampoco digo que hiciera poco, ojo), por eso no creo que tenga “razón” o fuese plenamente acertado, pero tampoco voy a creerme a la industria farmacológica que me dice que estar enferma o padecer trastornos es normal y los pinchi pinchi o las pastillitas son la solución.
Si indagamos en lo que nos ofrecen las terapias alternativas, es decir, quienes contemplan la enfermedad desde una perspectiva distinta a la fisiológica, transitamos un camino pedregoso que, a menudo, ignora las peculiaridades que cada ser, único como es, posee.
Si el problema de la comunidad científica oficial es que obvian cualquier información que no les da “la razón”, los problemas de la comunidad alternativa son el intrusismo y el tomar la parte por el todo.
Imagina que tienes una afección. No es necesario que imagines algo grave, una cosa pequeña, secundaria. Y la resuelves siguiendo el método “314”.
La afección leve que estás imaginando no se va a resolver en todos los individuos siguiendo el método “314”.
Porque eso contradice la base sobre la que se asienta cualquier práctica alternativa: no hay enfermedades, sino enfermos.
Si cada ser es único, sus vivencias, sus interpretaciones, sus experiencias y sus trastornos también lo son. Entonces, no puede existir “algo” que aplique para “todos” ofreciendo el mismo resultado.
En todo caso, si hay una corriente que sirva para “todos” sería el Mindfulness que no es otra cosa que saber estar en tu presente y atento a él.
Estando en tu presente es difícil envenenarte o permanecer en lugares o hábitos que te desequilibren bioquímicamente.
Estando en tu presente y aceptándolo como es no puedes enfermar en lo que pasó ni angustiarte con lo que pasará.
Estar en el presente es la clave.
Pero si el problema del místico, como reza Sabán, es que quiere saber la verdad; el problema del hombre común es que la evita a toda costa y para ello se refugia en los dolores y aflicciones del pasado o del futuro imaginario, inventado por una mente que está entrenada para ser incapaz de trascender el pensar y alcanzar el saber.
El hombre común tiene grandes dificultades para permanecer en el presente porque eso implica estar con él mismo y con su realidad.
Sobre “no existen enfermedades sino enfermos” quiero aclarar como yo lo comprendo y como quiero transmitirlo. Sé que se utiliza muchísimo esta frase, este concepto, para atacar y denostar a quien la contempla o la pronuncia desde el “estás culpando al paciente de estar enfermo”.
Yo no creo que nadie que entienda lo que significa esa frase verdaderamente pueda entenderlo como una sentencia de culpabilidad. Tu cuerpo y tu espíritu no son tus verdugos ni tus jueces.
No tienes la culpa, pero sí la responsabilidad. Lo que pasa es que te han dicho que ser responsable es ser culpable.
Ser responsable es tener capacidad de dar respuestas. ¿Cómo entenderlo? ¿cómo superarlo? ¿cómo repararlo? ¿cuál es su finalidad? y un largo etc personalizado que no te hace cumplir condena, al contrario, te libera de ella.
Qué es una enfermedad psicosomática
Oficialmente, cuando el médico ha estudiado cómo tratar tus síntomas obtienes un diagnóstico, a menudo confundido con pronóstico.
Cuando el médico no ha estudiado o desconoce cómo se han originado tus síntomas y sólo sabe paliarlos o “seguirlos” ese diagnóstico se convierte en “psicosomático”.
Si es muy muy muy evidente que tu estado mental o emocional está afectando a tu cuerpo, también lo llamará psicosomático.
Pero básicamente los médicos llaman psicosomático a lo que no saben operar o manejar.
En otros países se contempla y ofrece el complementar tratamientos fisiológicos o bioquímicos con algunas terapias alternativas en el tratamiento de afecciones físicas. En España el médico te va a mandar al psicólogo o al psiquiatra o te va a invitar a que convivas con ello tratando de paliarlo o que cambies “tu estilo de vida”.
La psique debe tratarla un chamán
No todas las afecciones o desórdenes tienen un origen psíquico, pero la gran mayoría sí. Incluidas muchas no reconocidas como “psicosomáticas”.
Puedo estar bebiendo agua envenenada y eso enfermarme. Eso no es una enfermedad de origen psíquico, por ejemplo.
Puedo exponerme más rato del que debo al Sol y quemarme. Habría que preguntarme dónde estaba que no estaba en mi presente dándome cuenta, pero el origen de esa afección no se encuentra en la psique.
El espíritu no tiene problema en reconocer que hay afecciones que deben ser tratadas por cuestiones bioquímicas.
Quizás va siendo el momento de que se comprenda y se explique, porque así es, que psique no es mente. Que el estudio de los procesos de la mente no te convierte en un chamán ni te habilita para acompañar a la persona en la sanación de sus heridas esenciales o existenciales. Ni eres quien debe decidir si la persona tiene que aprender a convivir con ello o superarlo.
Yo no operaría a nadie para sacarle el apéndice. Ni le diría a alguien “deja de hacer los ejercicios que te ha recomendado tu psicóloga”.
He acompañado en su sanación a muchas personas con diagnósticos psicosomáticos. Y el primer escollo que han tenido estas personas, una vez han entendido que el médico no sabía qué hacer, ha sido acudir a especialistas de la salud mental con la mente muy estrecha… cuando es su alma la que estaba enferma.
De la misma forma que el cuerpo puede enfermar por cuestiones bioquímicas, también puede hacerlo por experiencias de vida pasada, por experiencias vinculadas con sus ancestros, por estar parasitadas energéticamente o un largo etc que los psicólogos, en su formación, no contemplan.
¿Cómo puede un psicólogo aplicar y respetar “normas oficiales” cuando elabora con algo que abiertamente se está reconociendo de origen psíquico?
¿Por qué juegan a ser chamanes? ¿cuánto van a tardar en reconocer la diferencia entre procesador mental y espíritu?
Yo no soy ni quiero que se me confunda con una psicóloga, no estoy formada ni creada para ello.
Un psicólogo que no está formado ni interesado en ello, tampoco puede ser chamán. Quizás, ni teniendo interés y formación en ello, lo consiga.
No tiene nada de malo. Ni lo que hago yo ni lo que hace el psicólogo, pero es que no hacemos lo mismo.
No es lo mismo un cocinero que un camarero, aunque ambos sean necesarios para el funcionamiento de un restaurante y uno, en un momento dado, pueda hacerte una tortilla francesa y el otro servirte una copa en un intercambio de roles puntual.
Ambos son necesarios, pero cada uno en su lugar y atendiendo a aquello que deben desarrollar.
Las pacientes con los que he elaborado en el tratamiento de enfermedades psicosomáticas que han complementado el tratamiento entre psique y mente, es decir, que han hecho la trayectoria espiritual mientras han recibido soporte psicológico, son las que más rápidos resultados consiguen, pero también he acompañado en procesos de sanación culminados satisfactoriamente sin psicólogos presentes en el proceso.
Colaborar puede ser beneficioso para el paciente si cada uno, psicólogo y chamán, sabe cuál es su labor y dónde está su lugar.
Si yo no estoy en mi sitio, creo dos problemas: el que genere la ausencia de mi presencia donde debo estar y el que genero donde estoy inadecuadamente.
Si el cocinero sale a servirte la copa, nadie está preparando la cena de la mesa de al lado y el camarero va a estar incómodo y sin poder hacer lo que tiene que hacer.
Abordar la enfermedad psicosomática
Si has sido diagnosticado con una enfermedad psicosomática, te va a tocar indagar y navegar en el autoconocimiento.
No te creas a nadie. Ni al médico, ni a los mil chamanes, a mí tampoco. A nadie.
Infórmate. Busca información, investiga, explora.
Por el camino te encontrarás con la biodescodificación, muy cierta y falsa a la vez, recuerda que tú eres único. Las explicaciones genéricas pueden ser una referencia, pueden invitarte a hacerte preguntas o ir observando algunas respuestas.
También conocerás las constelaciones familiares. No todos tus problemas vienen de tus ancestros o son conflictos de tu árbol. El día que lo reconozca algún constelador, avanzaremos todos.
Tampoco es cierto que una constelación “te sane”. Sanas cuando cambias y cambias cuando eres consciente y comprendes lo que estabas haciendo en desequilibrio o de forma contraproducente para ti mismo.
El entendimiento no llega en una sesión constelativa. Puede llegar parte de él, pero mientras estés en el “yo hacía esto inducida por esto de este familiar”, no.
Las constelaciones familiares son criticadas porque Hellinger afirmaba que el incesto es una compensación familiar.
A mí esa visión también me parece repugnante. También soy alérgica a religiosos parece que él lo era y he tenido otros profesores que también.
Te encontrarás con el reiki, que puede aliviarte o aparentemente no hacer nada. No se trata de las sensaciones que tienes durante la sesión sino del resultado a medio-largo plazo. Roma no se construyó en un día.
Los fisioterapeutas son grandes olvidados. Un fisio holístico o que domine la terapia miofascial es de las mejores compañías que puedes tener.
La medicina china es tan interesante como amplia. Desde la alimentación hasta la acupuntura pasando por la visión del ser. Esta dirección puede ser entretenida.
Si quieres otro enfoque u otra pista a seguir, busca a los Q’eros. No suelen ser encontrados, pero son una joya.
No soy imparcial para hablar de la terapia regresiva. Es mi herramienta de trabajo predilecta. Si vas a conocerla, evita leer a Brian Weiss y Newton. Eso no sé qué es, pero no es terapia regresiva, es ciencia ficción.
En fin, puedes encontrarte con múltiples terapias y terapeutas. Muchos de ellos, sí, lo lamento, ineficaces, aprovechados, impostores o con la intención de ser “y nada más”. Pero ¡ay! cuando encuentras a un chamán de verdad, en cualquiera de sus formas.
Eso te ofrece la posibilidad de cambiar tu vida porque el espíritu no tiene límites.
En resumen, si tienes una enfermedad de origen psicosomático, investiga y pide ayuda.
Date un voto de confianza. Otros lo han resuelto y tú también. Sin prisa pero sin pausa, ¡ánimo!